Hoy se conmemora el día mundial de lucha contra el Alzheimer y cuando leí la noticia que enlazo, me hizo pensar en mi vecina del bajo y también me vi a mí misma proyectada en un futuro no muy lejano.
Mi vecina es la mujer más encantadora que conozco, es una señora mayor, creo que tiene como 87 años y su marido 91, pero ella pasa todas las mañanas sola, pues él se va desde las seis para el huerto que tienen y vuelve después del medio día, así que si me la encuentro en el portal o asomada a la ventana, tenemos todo el tiempo del mundo para desatrasar cuaderno.
Nos presentó mi marido el mismo día que llegué aquí hace dos años y la veo casi a diario, pero cada vez que nos encontramos me pregunta mi nombre, incluso hasta varias veces en la misma conversación, pero no me importa, ya me acostumbré porque sé que me reconoce cuando me ve, así que qué mas da que mi nombre no lo recuerde...
Me empieza a hablar en castellano seguramente porque en su mente tiene el recuerdo que soy colombiana, aunque no tenga claro ni quien soy, ni como me llamo, hasta que se lo digo por enésima vez. Luego le pido -Parlem en català- y lo hace, pero vuelve y juega a contarle otra vez que estoy en clases, que así practico el catalán, etc., etc., etc.
En fin, que con ella la tercera parte de las conversaciones son la repetición de la repetidera, pero me gusta hablar con ella porque se pierde en sus recuerdos y me los cuenta, me habla de sus hijas a las que me da la impresión que ya ni ve, se queja del desdén de su marido y añora esos días en los que la llevaba a cine, me habla de un tiempo en el que presumo fue muy feliz y siento que ahora simplemente mira la vida pasar aferrada a esos pocos recuerdos que poco a poco también se le van escurriendo como agua entre los dedos...
Y luego subo a casa y no encuentro las cosas donde las dejé; y se me olvida lo que iba a hacer; y me doy cuenta que dejé de escribir; y que ya no soy la que era; y siento TERROR...
Porque a mí, a veces también me pasa como a mi vecina, me quedé a ver la vida pasar...