No fue por azar que la Biblioteca Pública de Medellín para Latinoamérica llegara a la capital antioqueña como modelo para Norte y Suramérica.
Si no hubiera sido por las gestiones de José Manuel Mora Vásquez, embajador de Colombia en París en la década del 50 y delegado permanente del país ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y por José Ramírez Johns, papá de la artista Dora Ramírez y miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín, el proyecto piloto de la Unesco quizás hubiera ido a parar a alguna ciudad de Brasil, Perú o Venezuela.
Esto fue hace 60 años, explica Gloria Inés Palomino, directora de la Piloto, cuando el poeta mexicano Jaime Torres Bodet, segundo director de la Unesco, presentó el proyecto en la asamblea continental de Brasil en 1952, de unas bibliotecas públicas, una por continente, con el fin de promover la educación y la alfabetización en pro del desarrollo de los países subdesarrollados.
La primera se hizo en Nueva Delhi y la segunda le tocó a Medellín según documento firmado en París el 10 de noviembre de 1952. Dos años después, en una casa en La Playa frente al Instituto de Bellas Artes, comenzó a operar, y un año después pasó a ocupar la actual sede sobre la autopista en el cruce con la calle Colombia.
El periódico El Colombiano dialogó con su actual directora.
¿Qué implicaba ser modelo para el resto de los países?
"Implicaba dar un cambio. Veníamos de una modalidad en la que las bibliotecas estaban muy pegadas de los centros eclesiásticos, de las universidades. Estas nuevas que impulsa la Unesco como piloto deben cumplir con una serie de manifiestos, todavía hoy, donde se señala cómo debe ser su servicio, cómo diferenciarse de las demás. Esa es la primera misión. Primero el programa de alfabetización, la estantería abierta, la relación de la educación y la cultura".
¿Cómo empiezan estos programas?
"Se empezó con el programa El libro busca al lector. Se trae la primera unidad móvil que sale a caminar por las calles de Medellín, sube por las montañas, lleva el libro a las fábricas y cafeterías. Se abren bibliocafeterías y de ahí se empieza a tener un gran programa descentralizado. Tenían 60 puestos de lectura regados por la ciudad y unas colecciones muy grandes".
La Piloto ha sido un icono para la ciudad, punto de encuentro y de tertulias...
"Eso permanece. Y tiene una ventaja: muchas lo aprendieron a hacer. La obligación de la Piloto no es seguir repitiendo; si ya fue capaz de hacerlo y lo enseñó a hacer, se ensaya en otras cosas. Nosotros ensayamos y aprendemos mucho".
¿Dirigen ustedes todas las bibliotecas de la ciudad? ¿Cuántas son?
"Sí, y así no se dirijan todas, todas se quieren parecer a la Piloto. Es algo muy bello. Somos ejemplo. En total son 22 bibliotecas que son de la Alcaldía de Medellín, donde están nueve parques biblioteca, las bibliotecas de proximidad que son de corregimientos y barrios populares. Pero además ayudamos con varios centros de documentación. En nuestra base de datos tenemos a Planeación Municipal, el Centro de la Memoria, el Centro de Medio Ambiente y tenemos una alianza para el área metropolitana".
En esta era digital, ¿cómo se defienden los textos?
"Hay muchas cosas que están pasando. Una, el papel sigue permaneciendo, el libro sigue estando. Hay unas generaciones que siguen viendo los materiales en papel. Y otros, como la generación digital, que nació leyendo de otra manera. Lo importante es que siguen leyendo".
¿Cree que van a desaparecer los libros impresos?
"No lo creo y no me preocupa. De hecho las bibliotecas siguen creciendo, como la de Francia y la del Congreso en Estados Unidos donde siguen haciendo edificios, siguen siendo guardadores de la memoria".
¿Cómo van a conmemorar estos primeros 60 años?
"Serán una serie de actos. Primero tenemos una exposición que abrirá el 26 de noviembre con 70 artistas que han expuesto a lo largo de estos años. Desde hace dos años venimos adelantado una recopilación de la memoria. Otra novedad será la digitalización de las fotos propias de la Piloto que pronto pondremos en la página web".
Recuerdo aquellos días en este mágico lugar...
Las horas no pasaban, el tiempo adentro se detenía y cuando hablábamos lo hacíamos en un susurro.
Fue mucho lo que leí, estudié y hasta soñé a través de los libros encontrados entre sus paredes y lo mejor fue cuánto aprendí!!!
Gracias por todo y en hora buena mi querida biblioteca Piloto.