Recuerdo en clase de química que nos repetían hasta el cansancio la ley de Lomonosov-Lavoisier, la cual resumiendo consiste que en una reacción química, la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Y yo, que siempre he sido de letras, para poderla entender siempre me acordaba del carbón que se transforma en diamante, pero sigue siendo el mismo mineral. Ahora que lo pienso, ya me hago un lío, pues para que eso suceda se necesita el paso de miles de años y altas temperaturas, y me imagino que alguna parte del mineral se volverá líquido y otro gaseoso, pero bueno, en aquella época con el ejemplo a secas me bastaba para aprobar.
Después conocí a mi ex y él tenía una frase que cada dos por tres me soltaba casi como una letanía: "Nadie cambia, nos adaptamos". Y como era tan mayor, tan educado, tan leído, tan culto, tan sabio, tan, tan... pues yo me lo creí a pie juntillas y durante los 18 años que estuvimos juntos me aguanté su forma de ser, su tacañería, su soberbia, sus celos mal disimulados, e incluso me hice a la idea que si alguien tenía que cambiar, esa era yo, que era la joven de la pareja, pues él ya era mayor y así lo tenía que aceptar.
Pero por variar me estoy yendo por las ramas porque la idea no es hablar de mi ex.
Siempre he pensado que soy como un camaleón, me adapto a cualquier ambiente, me transformo.
Soy capaz de sostener la conversación de nivel cultural más alto, incluso hasta de hacerme entender en un idioma que no domino, o bajar de nivel y disfrutar con la charla de un ignorante que ni siquiera sepa leer y escribir. Me muevo como pez en el agua tanto en la casa de una amiga perteneciente a una clase socio económica alta como en la de otra que está en la pobreza absoluta; por poner un par de ejemplos. Así que siempre he creído en la ADAPTACIÓN.
Pero últimamente, he vivido varios episodios que me han hecho dudar de mi teoría, o de la de mi ex para ser más precisos.
En mi facebook sólo tengo amigos que considero como tal y pensaba que era correspondida de la misma forma. La semana pasada me di cuenta que uno de ellos me eliminó de su lista. Me percaté porque me extrañó que hacía días no veía actualizaciones suyas y me preocupé, tonta de mí pensé que le había pasado algo malo (siempre me estoy haciendo películas de terror) y fui a su muro para dejarle un mensaje; cual sería mi sorpresa cuando veo que ya no estaba entre sus agregados.
Mi primer impulso fue volver a enviar la solicitud de amistad y escribirle pidiéndole una explicación, pero aquí viene lo que digo que algo me está pasando, ya no soy la misma de antes. Lo dejé correr... Ni siquiera lloré.
Días después hablando con mi hijo le cuento que algo me pasa, que estoy bajada y él todo lindo en su inocencia veintiañera me dice que me tiene un chisme para levantarme el ánimo. Le digo que bueno, que me cuente. El chisme es que mi ex tenía un ligue, una muchachita que lo único que quería era sacarle plata y como le tienen restringido el dinero no le pudo dar nada, así que le dio calabazas. Y yo pensé: ¿El que me hacía pagar mis artículos de aseo personal aparte cuando mercábamos, ahora está como un loco peleándose con todo el mundo por darle plata a una buscona? Y el chisme no me levantó el ánimo, sentí pena por él, sentí lástima con asco. Cómo nos cambia la vida...
El sábado cuando regresábamos de hacer la compra nos encontramos con dos vecinas en la escalera. Me dijeron que estoy guapísima!!!! Esas fueron sus palabras. Añadieron que se me nota la felicidad en la cara, que por eso estoy tan bonita.
Les conté que mi cuerpo está cambiando, que debe ser eso, y que además, sí, también soy feliz y eso se nota...
Ahora creo en el CAMBIO