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lunes, 7 de junio de 2010

Lo que leo ahora...

Como ya dije en otra entrada, en este blog plasmaré todo lo que me apetezca, no sólo temas esotéricos. El siguiente texto es prueba de ello:

"Lo que ocurre es que el hombre, volviendo a Freud y valga la metáfora, se calienta como una bombilla: al rojo en un tris, y frío otra vez en un soplo. La hembra, sin embargo, y esto es ciencia pura, se calienta como una plancha, ¿entiende usted? Poco a poco, a fuego lento, como la buena escudella. Pero eso sí, cuando ha cogido calor, aquello no hay quien lo pare. Como los altos hornos de Vizcaya.  

Sopesé las teorías termodinámicas de Fermín.

-¿Es eso lo que está usted haciendo con la Bernarda? -pregunté-. ¿Poner la plancha al fuego?

Fermín me guiñó un ojo.

-Esa mujer es un volcán al borde de la erupción, con una libido de magma ígneo y un corazón de santa -dijo, relamiéndose-. Por establecer un paralelismo veraz, me recuerda a mi mulatita en La Habana, que era una santera muy devota. Pero, como en el fondo soy un caballero de los de antes, no me aprovecho, y con un casto beso en la mejilla me conformé. Porque yo no tengo prisa, ¿sabe? Lo bueno se hace esperar. Hay pardillos por ahí que se creen que si le ponen la mano en el culo a una mujer y ella no se queja, ya la tienen en el bote. Aprendices. El corazón de la hembra es un laberinto de sutilezas que desafía la mente cerril del varón trapacero. Si quiere usted de verdad poseer a una mujer, tiene que pensar como ella, y lo primero es ganarse su alma. El resto, el dulce envoltorio mullido que le pierde a uno el sentido y la virtud, viene por añadidura.

Aplaudí su discurso con solemnidad.

-Fermín, es usted un poeta.

-No, yo estoy con Ortega y soy un pragmático, porque la poesía miente, aunque en bonito, y lo que yo digo es más verdad que el pan con tomate. Ya lo decía el maestro, enséñeme usted un donjuán y le enseño yo a un mariposón enmascarado. Lo mío es la permanencia, lo perenne. A usted le pongo por testigo que yo de la Bernarda haré una mujer, si no honrada, porque ya lo es, al menos feliz.

Le sonreí, asistiendo. Su entusiasmo era contagioso, y su métrica invencible.

-Me la cuide bien, Fermín. Que la Bernarda tiene demasiado corazón y ya se ha llevado demasiados chascos.

-¿Se cree que no me doy cuenta? Vamos, si lo lleva en la frente como una póliza del patronato de viudas de guerra. Se lo digo yo, que en esto de encajar putadas tengo muchísima experiencia: yo a esa mujer la colmo de dicha aunque sea lo último que haga en este mundo.

-¿Palabra?

Me tendió la mano con aplomo templario. Se la estreché.

-Palabra de Fermín Romero de Torres." (Resaltados fuera de texto)
LA SOMBRA DEL VIENTO
Carlos Ruiz Zafón

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2 comentarios:

Torcuato dijo...

Me gusta el texto, pero lo escribe un hombre. ¿¡Que sabrá él!? ja, ja, ja.

Yo he aplicado siempre una metáfora: El hombre es velocista, la mujer, corredora de fondo. Aunque hay que decir que hay corredores de fondo que arrancan como motos.

Un beso Annie.

Annie dijo...

Tor para tu información, he conocido hombres que saben más de mujeres que yo; y ya entrada en detalles, también te cuento que soy de las corredoras de fondo que arranco como moto!!!!! jajajajaja

Un beso brujo, esta vez muy risueño