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martes, 13 de marzo de 2012

Las supersticiones más famosas

Hoy por ser martes 13 me parece el día indicado para hablar de supersticiones. Creas o no en ellas... El mundo de lo sobrenatural siempre ha influido en nuestra vida. Las supersticiones están a la orden del día y los más excéntricos dejan que su existencia se rija por ellas. Aquí tienes una lista de las supersticiones más famosas de todos los tiempos.

Doce más uno son... Aparte de que no salía a la calle sin un bastón que él mismo llamaba “de la buena suerte”, parece ser que sir Winston Chuchill tenía aversión al número 13. En Hong Kong es muy popular una anécdota sucedida durante una de sus visitas a la ex colonia británica. Se dice que abandonó un almuerzo exclusivo al que había sido invitado en el club Victoria’s Peak al ver que solo eran doce comensales más uno.

Viva la Fórmula 13. Ni un universo tan sofisticado como el de las carreras de coches y de motos escapa al pánico que produce el número 13. De hecho, en la Fórmula 1, desde 1950 solo dos pilotos lo han lucido en sus coches: Moisés Solana en 1963 y Divina Galica (una de las pocas mujeres que han competido en esta categoría) en 1973; y ninguno disputó su segunda carrera. Pero cada piloto tiene sus manías. Valentino Rossi, antes de cada carrera se humedece los dedos y se frota los ojos con ellos.

La obra innombrable de Shakespeare. Se dice que quien representa Macbeth ha condenado su carrera al fracaso; pero no hace falta llegar a tanto, porque basta con mencionar su nombre o recitar solo cuatro versos seguidos para atraer a la fatalidad. Por eso, muchos actores ni mencionan su título: se refieren a ella como “la tragedia escocesa”. Además, se cuentan numerosas historias de accidentes y tragedias (algunas reales, como el incendio en 1964 de un teatro de Lisboa donde se representaba la obra) vinculadas a esta pieza. ¿Pero de dónde viene su mala fama? De la propia noche de su estreno, en 1606, cuando el muchacho que iba a interpretar el papel de lady Macbeth falleció en un accidente horas antes de subirse el telón.

Contra el mal de ojo. El escritor William Somerset Maugham no se planteó si era supersticioso hasta que, en un viaje a China una mendiga a la que le negó una limosna le lanzó una maldición. Desde ese día, colgó en su escritorio un símbolo contra el mal de ojo, lo cosió en la ropa y lo dibujó en sus manuscritos.

El color maldito. Según cuenta su biógrafo, Donald Spoto, el director Alfred Hitchcock pensaba que el color rosa daba mal fario desde que de niño su madre le castigó a pasar una noche encerrado en una carbonera por estropearle un vestido de esa tonalidad. Por eso, se cuenta que, a punto de iniciar el rodaje de "Psicosis", Hitch vio a Janet Leigh entrar en su despacho con un suéter de ese color, pensó que era un mal presagio y decidió neutralizarlo rodando el filme en blanco y negro.

Entrar con buen pie. Samuel Johnston fue un escritor británico del siglo XVIII que tenía la manía de entrar en cualquier recinto con el pie derecho. Creía que si lo hacía con el izquierdo atraería la desgracia. Además, su contemporáneo James Lowell relató en "The life of Samuel Johnston" que tenía obsesión por tocar los postes de madera y por no pisar las grietas del pavimento.

Los leones de bronce. Ponziano Ponzano fue un escultor español de finales del siglo XIX que se negaba a realizar figuras de animales en mármol o en piedra, porque pensaba que traían mala suerte. Pero se replanteó su creencia cuando le ofrecieron fabricar los leones que hoy adornan las puertas del Congreso de los Diputados. Ponzano aceptó el encargo cuando le aseguraron que las piezas se moldearían con el bronce de los cañones capturados a los marroquíes en la batalla de Wad-Ras. Desgraciadamente, el artista murió al poco de terminar su obra, sin llegar a verla instalada en su emplazamiento actual.

Superman está maldito. Hay papeles con mal fario que pocos quieren interpretar en el cine. Como el de "Superman", considerado un imán de desgracias. Su mala fama se debe a que George Reeves, el primer actor que encarnó al superhéroe, fue asesinado en 1959; y su sucesor, Christopher Reeve, quedó tetrapléjico en un accidente. Por eso, cuando en 2004 se rodó "Superman returns", las grandes estrellas dijeron que no al personaje. Al final, fue el desconocido Brandon Routh quien se atrevió a interpretarlo. Su carrera aún no ha levantado el vuelo.

Sueños felinos. Bonaparte adquirió fobia a los gatos negros durante la campaña de Egipto, influido por la adoración de la que era objeto dicho felino en el país de los faraones. Una leyenda dice que antes de la batalla de Waterloo Napoleón le había confesado a uno de sus comandantes, Michel Ney, que estaba convencido de que iba a perder la batalla, ya que la noche anterior había soñado con un gato negro.

¿Biografía mortal? Gabriel García Márquez nunca ha dudado en declararse supersticioso. De hecho, en una ocasión explicó: “Yo crecí en un mundo en el que mi abuela hablaba con los muertos, y no me he desprendido de eso. Aunque mis supersticiones no son el miedo al número trece ni a pasar por debajo de una escalera. Tengo las mías propias”. ¿Y cuáles son? El británico Gerald Martin descubrió una de ellas cuando en el año 2000 se entrevistó con Gabo para escribir un libro sobre su vida. “No quiero que me hagan una biografía”, le respondió el escritor. “Creo que esa es una forma de invocar a la muerte”.

El color que mata. A los actores españoles el color amarillo les da “mal rollo”. La razón que aducen viene de 1673, la representación de la obra de Molière, "El enfermo imaginario". El autor se reservó el papel principal, pese a que él sí estaba enfermo de tuberculosis. Actuó vestido de amarillo (para los franceses, el traje era verde) y en plena función sufrió un ataque. Falleció a las pocas horas.

Fetiches en el ruedo. Muchos matadores cultivan rituales para alejar el “mal fario”, pero se dice que el caso más sorprendente fue el de Rafael Gómez Ortega, “el Gallo”. Al diestro le gustaba alardear de que no era supersticioso. Por eso lucía un anillo que tenía grabado el número 13, y en una ocasión en la que alguien del público le lanzó una “bicha” muerta (una culebra, símbolo de mala suerte), desafió al infortunio atándosela al cinto. Pero en la intimidad, y antes de cada corrida, el Gallo le rezaba trescientas oraciones a las estampas religiosas que llevaba en una capilla portátil.

Una oración oculta. A. J. Krailsheimer cuenta en su libro "Pensées: Blaise Pascal" que en 1645 este pensador, físico y matemático sufrió un ataque de misticismo, tras el cual cosió en su chaqueta un papel con una oración que le protegería de las malas influencias: “Jesucristo, Jesucristo. He huido y renegado de Él. Que no esté nunca más separado de Él. Ofrezco la completa sumisión a mi Señor a cambio de la alegría eterna por una vida a prueba en la tierra”.

Herrar al diablo. Una leyenda cuenta que en el año 959 un herrero llamado Dunstant recibió la visita de un ser que le encargó unas herraduras para sus pies, que se parecían a pezuñas de cabra. Aquel detalle le hizo sospechar que era el demonio. Por eso, Dunstant le encadenó y le torturó moldeando las herraduras con hierro fundido sobre sus pezuñas. El diablo sufrió tanto que, a cambio de que cesara el tormento, prometió que nunca haría daño a quien usara una herradura como protección.

La cama sin hacer. En "El libro de los hechos insólitos" (de Gregorio Doval) se recoge que Eduardo VII, que reinó en Inglaterra de 1901 a 1910, no permitía que le hicieran la cama en viernes ya que según una creencia, si se cambian las sábanas ese día, el diablo se hará con el control de nuestros sueños.

6 comentarios:

Sergio dijo...

Leyendo lo de las supersticiones se ve fácilmente su mecanismo. Todas nacen de un hecho desagradable que sucedió cuando ibas de amarillo, o rosa o cierta película que interpretaste, etc. Eso no tenía relación con el hecho pero sin embargo la mente lo relaciona así y ya sólo cree en eso. Otra característica que tienen es que se aporta el hecho negativo relacionado pero se olvidan las circunstancias dónde el amarillo, el gato o lo que sea no han producido mala suerte(a la manera sensacionalista o dogmática). Lo de Superman puede deberse a que nadie se toma en serio a los actores que empiezan de superhéroe inexpresivo pero el caso del Cristopher sí tuvo una carrera brillante y el accidente llegó después de una carrera más o menos brillante en el cine. Todos sufrimos desgracias, accidente so muertes en nuestra vida. Más tarde o más temprano. ¿Por qué relacionarlos con algo si nos suceden de todos modos independientemente de que vayamos de rosa o fucsia? Mención aparte merece lo de la escalera y similares dónde sí te arriesgas a que te caiga una maceta encima si alguien trabaja. Pura estadística.
Por último decir que si crees que este día de hoy puede ser peligroso sólo atenderás a los
hecho desagradables para reforzar tu teoría y no prestarás atención a los buenos.
Y ahora una pregunta de examen. ¿Crees que soy supersticioso?
Besos.

Adriana dijo...

antes de cualquier presentación, los artistas no nos deseamos buena suerte... decimos mucha mierda! :)

Annie dijo...

Hou tienes razón, es la mente la que asocia los hechos desagradables con el objeto o color y le da la connotación de maligno. En mi caso por ejemplo la superstición que tengo es que se me atraviese un gato negro pues en las dos ocasiones que ésto me ha sucedido he recibido dos noticias desagradables, así que ya lo tengo como signo de mal agüero y por eso la imagen que elegí para acompañar el post.

En cuanto a tu pregunta estoy convencida que eres supersticioso aunque de dientes para afuera digas que no lo eres, a ti te pasa como al escritor William Somerset Maugham pero a la inversa, él cambió sus creencias por una maldición, en cambio tú te estás replanteando las tuyas por toda la energía positiva que te mando jajajajajaja

Besos mágicos cargados de energía positiva of course!!!!

Annie dijo...

Así es Adriana y eso data desde
la edad media, cuando la gente del espectáculo viajaban de pueblo en pueblo representado sus funciones. Cuando llegaban a un pueblo se fijaban en el sendero de entrada y en la cantidad de excrementos de animales que había en la calzada. Si había “mucha mierda”, eso quería decir que en el pueblo había gran cantidad de gente que habían acudido en sus monturas o carros y si había mucha gente en el pueblo, el “lleno” estaba prácticamente asegurado pues aquellos espectáculos eran muy populares y nadie se los perdía. Por eso, en aquellos tiempos de intinerancia, nada mejor podías desearle a un actor que el que ojalá encontrara mucha mierda en el siguiente pueblo.

Besitos mágicos ángel

Sergio dijo...

Me has pilaldo... Arrrgh

Annie dijo...

Es que ya te tengo casi calado jajajajajajaja