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miércoles, 17 de abril de 2013

Diatriba de amor contra un hombre sentado

Como estoy vaga, sigo un poco enferma de la gripe y además estoy muy liada en mi condición de estudiante, pues nada, a seguir reciclando...


"Vas a cumplir medio siglo de vida y todavía no has descubierto que a pesar de los viajes a la luna, a pesar de las seis suites para chelo solo, a pesar de tantas glorias del alma, los seres humanos seguimos siendo iguales a los perros. Todavía soy consciente de cómo me miran los hombres (y algunas mujeres, por supuesto), de cómo me eligen a distancia y se abren paso en la muchedumbre y vienen hacia mí, y me saludan con un beso que a todo el mundo le parece convencional, pero que no siempre lo es. ¡Qué va! La mayoría lo hace sólo para olfatearme, como los perros de la calle, y las mujeres tenemos un instinto para soltarles a unos un olor que les dice que no, y a otros un olor que les dice que sí. Entre la gente que conocemos, aun entre los amigos mas íntimos, cada mujer sabe quienes son los hombres que sí. Es una comunidad unida por un pacto confidencial del cual nunca se habla, y quizás ni se hablará nunca, pero que está ahí, siempre alerta, siempre disponible, por si acaso.

De manera que llegado el día no ha de faltar un hombre que me ame de sobra para despertarme de amor cuando me haga la dormida, para que tumbe la puerta del baño cuando lo esté haciendo esperar demasiado, para que no le asuste ser vampiro en una que otra luna, y que sea capaz de hacerlo donde sea y como sea y no siempre en la cama como los muertos. Que esté preparado para recibir la visita del Espíritu Santo en mitad del almuerzo, y que yo se lo vea en el fulgor de los ojos, y se me quite el hambre con un nudo en la voz, y tapemos los platos para que no se nos enfríe la comida mientras vamos al cuarto y volvemos. Un hombre que no deje de hacerlo conmigo porque se imagina que no quiero, sino que me obligue a querer hacerlo aunque yo no quiera, a todas horas y en cualquier parte, como sea y por donde sea, debajo de los puentes, en las escaleras de incendio, en el retrete de un avión mientras el mundo duerme en medio del Atlántico, y que aun en las tinieblas exteriores o en los finales más ciegos sepa siempre que soy yo la que está con él, y que soy yo y ninguna otra la única que fue mandada a hacer sobre medidas para hacerlo feliz y ser feliz con él hasta la puta muerte”.

2 comentarios:

Novicia Dalila dijo...

¡¡¡Cómo me gusta, Parce¡¡¡ Recuerdo cuando lo compartiste la vez anterior. Me lo guardé para regalárselo a mi adosado cuando cumpliera(mos) los 50 años. Me identifico y nos identifico tanto con este escrito... :D
Mañana a primera hora te llamo, Parce, que hasta ahora mismo no ha salido el jefe por la puerta y ahora no son horas para hablar sin testigos :P

Un beso muy fuerte, parceringuis

<3

Sergio dijo...

¿Cómo sabrá tanto García Márquez sobre lo que piensa una mujer? Supongo que se dedica a escuchar mucho, callarse lo bastante, prestar atención y ser un genio. Algunas frases que me callo por pudor me resultan especialmente interesantes y muy reveladoras. Tiempo hacía que no me encontraba con este escritorazo.
Besos.